Cierro los ojos, deseando que la necesidad de relacionarme con los demás brote del suelo y me consuma. No lo hace.
Al final, doy la vuelta y empiezo a caminar sobre la hierba seca hacía la fiesta. Son aproximadamente las nueve y hay un centenar de personas alrededor de las hogueras. Justo en el límite de la zona iluminada, busco entre las sombras anaranjadas un rostro familiar. Todo el mundo me resulta familiar. Hay unos cuantos miembros de la academia de profesionales charlando sobre los Juegos de este año. También están los afortunados hijos de los comerciantes, que conversan riéndose de la ropa de los mas pobres. Intercambio saludos con algunos de ellos. Una carcajada llama mi atención. Erin Abrigale. Había sido mi mejor amiga. El año pasado me pidió salir y estuvimos juntos un mes. Dejamos de salir y también dejamos de hablar. Me devuelve la mirada con odio.
Busco aturdido a Annie entre la multitud, entonces la veo. Lleva un precioso vestido blanco que la llega por debajo de las rodillas. Su pelo castaño esta suelto y brilla a la luz del fuego. Corro hacía ella y la saludo susurrándole en el oído. Se asusta y se aparta rápidamente riendo. El resto de la noche lo pasamos hablando, bebiendo néctar de melocotón y bailando.
Mas tarde decido enseñarle mi pequeño refugio, la gruta que encontré hace años. De pequeño solía ir solo por el distrito explorando los bosques y caminando entre las rocas de la playa. Fue así como descubrí la cueva, tropecé y caí, cuando abrí los ojos asombrado me fije en lo grande que era, con un pequeño espacio lleno de arena y lo demás estaba ocupado por agua. Desde entonces no e parado de ir, intentando escapando por unos momentos de la cruda realidad.
Echo a andar con Annie por el sinuoso sendero del bosque en dirección al campo de girasoles. Esta oscuro, nos detenemos al pasar la playa, saltando esquivamos las rocas.
Cuando llegamos, observo a Annie, que sorpendida comienza a examinar la gruta. Hablamos y nos reimos hablando del Capitolio. También nos metemos en el agua. Ademas descubro que su vida a sido igual de dura que la mía, perdió a su padre cuando murió ahogado. Durante meses se tuvo que valer por si misma, alimentándose de un pequeño manzano y con la ayuda de su mejor amiga. Yo también tengo que ayudar a mi padre, no siempre trae pescado y Ethan y Sophie de vez en cuando me dan comida. La vida jamás es justa, vivimos donde vivimos.
Hace dos horas que a amanecido. El aire ya empieza a ser denso. Y demasiado tranquilo. Mañana es la Cosecha y las pocas calles del distrito se encuentran desiertas. Camino en dirección a la casa de Sophie y Ethan. Seguramente estarán entrenando. Espero que su padre no les halla vuelto a hacer daño, ayer Ethan vino sangrando. Aun no logro comprender la felicidad que algunas personas sienten al ver la muerte de un tributo, jamás entenderé los Juegos. La pobreza y miseria de los distritos presiona a sus habitantes, para que quieran algo mas que una vida controlada por el Capitolio. Las academias fueron por eso construidas, para dar "diversión" con los profesionales en la arena. Pero si se tiene una buena estrategia, hay probabilidades, se puede ganar.
-¡Finnick!-me llaman, reconozco esa voz, es Sophie. Aquella chica valiente y rebelde que desafía a su padre cuando la manda entrenar, que solo confía en su hermano y en mi. A pesar de su aspecto, puede resultar letal y no mas de una vez me ha derrotado cuando la ayudaba a entrenar.
Doy la vuelta a su casa, es de color blanco, mas bien gris por el paso de los años.
Ethan se encuentra sentado en un banco afilando lanzas y flechas, su hermana esta lanzando unos cuchillos a una diana de madera colgada de un árbol. El jardín de los Hightower es una especie de lugar de entrenamiento, en el que deben preparse cada día después de volver de la Academia. Esta lleno de dianas, muñecos de madera y armas.
-Buenos días Finnick. Hace un día maravilloso.-se detiene mientras le miro sorprendido.-¿No os parece?-Ethan ya no tiene el ojo tan hinchado, solo algunos moratones destacan sobre su piel.
-No le hagas caso, creo que su padre le ha dado demasiado fuerte en la cabeza.- suspira Sophie lanzando un cuchillo a un árbol.
-¡Oh! ¡Vamos! ¿No estáis alegres por la esperada cosecha de mañana?- responde su hermano imitando la voz de su padre. Yo me siento en uno de los bancos de madera y cojo una pequeña lanza.
-Para ya.-
-¿Parar que, Sophie? ¿Acaso no puedo estar alegre el único día del año que tenemos libre? Ya sabes que pasara pasado mañana cuando nuestro padre nos vea en casa.- Dice en tono serio. Los tres lo sabemos, su padre decepcionado porque ninguno de sus hijos valla a los Juegos les pegara. Cada año igual, no se presentaran voluntarios y durante una semana tendrán que soportar sus abusos. Siento pena por ellos, jamás he podido ayudarles, y a pesar de eso siguen siendo mis amigos, siguen adelante. Admiro su valentía.
-¿Que tal te a ido en la fiesta de las Hogueras?-
-Bien.- digo, y lanzo la lanza hacia un muñeco de madera dándole en la cabeza. Ethan tira un palo afilado de metal y derriba mi lanza. Me sonríe desafiante.-¿Te apuntas a una pequeña batalla Odair?
Busco aturdido a Annie entre la multitud, entonces la veo. Lleva un precioso vestido blanco que la llega por debajo de las rodillas. Su pelo castaño esta suelto y brilla a la luz del fuego. Corro hacía ella y la saludo susurrándole en el oído. Se asusta y se aparta rápidamente riendo. El resto de la noche lo pasamos hablando, bebiendo néctar de melocotón y bailando.
Mas tarde decido enseñarle mi pequeño refugio, la gruta que encontré hace años. De pequeño solía ir solo por el distrito explorando los bosques y caminando entre las rocas de la playa. Fue así como descubrí la cueva, tropecé y caí, cuando abrí los ojos asombrado me fije en lo grande que era, con un pequeño espacio lleno de arena y lo demás estaba ocupado por agua. Desde entonces no e parado de ir, intentando escapando por unos momentos de la cruda realidad.
Echo a andar con Annie por el sinuoso sendero del bosque en dirección al campo de girasoles. Esta oscuro, nos detenemos al pasar la playa, saltando esquivamos las rocas.
Cuando llegamos, observo a Annie, que sorpendida comienza a examinar la gruta. Hablamos y nos reimos hablando del Capitolio. También nos metemos en el agua. Ademas descubro que su vida a sido igual de dura que la mía, perdió a su padre cuando murió ahogado. Durante meses se tuvo que valer por si misma, alimentándose de un pequeño manzano y con la ayuda de su mejor amiga. Yo también tengo que ayudar a mi padre, no siempre trae pescado y Ethan y Sophie de vez en cuando me dan comida. La vida jamás es justa, vivimos donde vivimos.
Hace dos horas que a amanecido. El aire ya empieza a ser denso. Y demasiado tranquilo. Mañana es la Cosecha y las pocas calles del distrito se encuentran desiertas. Camino en dirección a la casa de Sophie y Ethan. Seguramente estarán entrenando. Espero que su padre no les halla vuelto a hacer daño, ayer Ethan vino sangrando. Aun no logro comprender la felicidad que algunas personas sienten al ver la muerte de un tributo, jamás entenderé los Juegos. La pobreza y miseria de los distritos presiona a sus habitantes, para que quieran algo mas que una vida controlada por el Capitolio. Las academias fueron por eso construidas, para dar "diversión" con los profesionales en la arena. Pero si se tiene una buena estrategia, hay probabilidades, se puede ganar.
-¡Finnick!-me llaman, reconozco esa voz, es Sophie. Aquella chica valiente y rebelde que desafía a su padre cuando la manda entrenar, que solo confía en su hermano y en mi. A pesar de su aspecto, puede resultar letal y no mas de una vez me ha derrotado cuando la ayudaba a entrenar.
Doy la vuelta a su casa, es de color blanco, mas bien gris por el paso de los años.
Ethan se encuentra sentado en un banco afilando lanzas y flechas, su hermana esta lanzando unos cuchillos a una diana de madera colgada de un árbol. El jardín de los Hightower es una especie de lugar de entrenamiento, en el que deben preparse cada día después de volver de la Academia. Esta lleno de dianas, muñecos de madera y armas.
-Buenos días Finnick. Hace un día maravilloso.-se detiene mientras le miro sorprendido.-¿No os parece?-Ethan ya no tiene el ojo tan hinchado, solo algunos moratones destacan sobre su piel.
-No le hagas caso, creo que su padre le ha dado demasiado fuerte en la cabeza.- suspira Sophie lanzando un cuchillo a un árbol.
-¡Oh! ¡Vamos! ¿No estáis alegres por la esperada cosecha de mañana?- responde su hermano imitando la voz de su padre. Yo me siento en uno de los bancos de madera y cojo una pequeña lanza.
-Para ya.-
-¿Parar que, Sophie? ¿Acaso no puedo estar alegre el único día del año que tenemos libre? Ya sabes que pasara pasado mañana cuando nuestro padre nos vea en casa.- Dice en tono serio. Los tres lo sabemos, su padre decepcionado porque ninguno de sus hijos valla a los Juegos les pegara. Cada año igual, no se presentaran voluntarios y durante una semana tendrán que soportar sus abusos. Siento pena por ellos, jamás he podido ayudarles, y a pesar de eso siguen siendo mis amigos, siguen adelante. Admiro su valentía.
-¿Que tal te a ido en la fiesta de las Hogueras?-
-Bien.- digo, y lanzo la lanza hacia un muñeco de madera dándole en la cabeza. Ethan tira un palo afilado de metal y derriba mi lanza. Me sonríe desafiante.-¿Te apuntas a una pequeña batalla Odair?
Hola MT :) Jo, cuanto echaba de menos tu historia pero ya que estoy sin exámenes ¡vendré en cada capítulo!
ResponderEliminarEs genial que te hayas decidido a hacer la historia también desde el punto de vista de Finnick :)
Sube pronto el siguiente capi, de Annie y de Fin jajaja y sigue escribiendo igual de bien que no necesitas mejorar.
Besos, Clove ;3
eu estan geneales tus capitulos lastima que no has subido mas desde hace ya un tiempo.. que ha pasado? eres muy buena sigue subiendo plis..!! estan buenisimos suerte beso :)
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