jueves, 17 de abril de 2014

El primer y tal vez último beso

Pasa la noche despierta, esperando que la puerta de su compartimiento en el tren se abra y Finnick aparezca para dormir con ella, pero él no viene. Cuando decide que ya ha pasado mucho tiempo, sale y se da cuenta de que ha amanecido,  están llegando a las afueras del Capitolio.

La ciudad reluce bajo los rayos del sol, es enorme con edificios muy altos de diseños inimaginables. Entran a la ciudad después de pasar por unos túneles subterráneos, llegando a los andenes, una multitud ya les espera.

Finnick aparece detrás de ella, le sujeta los hombros con fuerza, y la conduce hasta la puerta por donde saldrán, el tren se va deteniendo y en cuanto lo hace las puertas se abren, y son arrojados.

La gente grita y Annie ve porque lo hacen, de verdad adoran a Finnick, él sonríe y saluda a todo mundo, algunas chicas incluso lloran, los vigilantes deben sujetarlas para que no se abalancen sobre él.

Los llevan enseguida al Centro de Renovación con el equipo de preparación, que trabajan arduamente para dejarlos esplendidos para el desfile, los limpian y les restriegan para quitarles la arena que pudiera haberse quedado en su cuerpo.  Los estilistas pasan dos horas quejándose mientras le dan forma a sus cejas y les quitan los vellos de las piernas, desenredan su cabello por fin después de otra hora más, y le ponen lociones para darle uniformidad a su piel clara. Al final dejan su piel y cabello en estado “perfecto”.

Su estilista la viste únicamente con un top y unas licras del color de su piel. Y a continuación aparecen un par de muchachos con bandejas llenas de conchas y caracoles que empiezan a pegar a su piel, pintan diseños de olas en sus uñas, brazos y piernas, le recogen el pelo con un corto velo y para que se quede ahí lo sostienen con una estrella de mar que ha sido disecada para usarse de adorno. 

Llegan a la sala donde están los carruajes y suben rápidamente a su carro pues el desfile esta por comenzar, los estilistas les dan los últimos toques. Al fin salen y Annie sonríe y saluda intentando parecer feliz, en cuanto a Max, el parece no intentarlo ni un poco, tiene una expresión de ira en la cara.

-¿Acaso no quieres volver a casa?-

-¿Cómo?-

-¿Que si no quieres volver a casa?- le repite Annie.

-No voy a volver Annie- dice Max con cierta melancolía.

-Pues si no vuelvo yo, vas a volver tu- le dice intentando animarlo- pero este año ganara el Distrito 4.

Max la mira incrédulo, pero ha cambiado su estado de ánimo, levanta la mano y saluda a la multitud, lo hace así el resto del desfile, incluso a veces se le acerca para comentarle algo que ha encontrado gracioso y se burlan. Los caballos comienzan a detenerse conforme llegan hasta donde está el presidente, lo ven por encima de ellos frente a un micrófono, el edificio esta tapizado con las banderas del Capitolio, y la gente va guardando silencio. 

-Bienvenidos tributos a los 70° Juegos del Hambre…Para ustedes debe ser todo un honor representar a su distrito, es un sacrificio de gran nobleza, y es por eso por lo que él vencedor será coronado con las mas grandes riquezas que el Capitolio tiene para ofrecer- dice y luego finaliza su discurso con otras palabras ridículas más y antes de retirase les saluda desde su palco, mirando fijamente a Annie.

Los demás días en los entrenamientos pasan velozmente, Max y Annie comienzan a hablar mas y a hacerse mas amigos e incluso piensan en formar una alianza con los profesionales. Sus puntuaciones no llegan a ser altas pero si aceptables. Cuando llegan las entrevistas les preparan por separado y a Annie le toca primero con Finnick. 

-¡Annie! ¿Annie en que estás pensando?- dice Finnick al entrar en su habitación y se sienta a su lado en la cama.

-Pensé en como habías ganado tus Juegos y en que la pesadilla había terminado cuando te vi convertirte en vencedor- le explica- pero ahora estoy viviendo la mía propia.

-Perdóname- dice y la abraza con fuerza.

-¿Perdonarte? ¿Por qué? No es tu culpa.

-Si lo es.

-¿Que dices Finnick?- le pregunta sin comprender.

- Es por mí que estas aquí, estas pagando mis errores- Finnick se da la vuelta y evita mirarla a la cara. 

-¿Finnick a dónde vas?- le grita antes de que gire el picaporte y se vaya, ella se pone frente a la puerta evitando que pase; la mira desesperado.- No dejare que te vayas hasta que me expliques, ¿de qué errores estás hablando? ¿Qué quieres decir?

-No debo decirte nada- suplica- Annie lo siento.

-Deja de disculparte- dice y se aleja de su abrazo, entonces Finnick se destroza, se deja caer en la puerta misma, y se hace pequeño y pequeño conforme van rodando las lagrimas sobre su cara, se abraza a su cuerpo y cuando ella trata de tocarlo se aleja.

-Finn…

-Lo siento Annie , de verdad lo siento, no pensé que estuviera hablando enserio- comienza a decir Finnick entre sollozos- pensé que solo quería intimidarme, si hubiera sabido que te metería en esto, pero yo no quería…

-¿No querías que?

- Él me obligo, yo no quería…

-¿Quién Finnick?¿Que cosa quería que hicieras?- le busca la cara.

-Él queria que yo… dijo que había mucha gente que me deseaba- se entrecorta su voz, y es difícil entenderle.

-Finn tranquilízate, estoy aquí, trata de calmarte- le habla y pasan unos minutos hasta que Finnick deja de sollozar, le da un poco mas de aquella bebida que les trajeron al principio, pero apenas acepta.

Cuando esta mucho más calmado, sin que ella le vuelva a insistir, comienza a contarle todo.

-Trate de hablar con él decirle que no te hiciera daño, incluso… incluso complete toda la lista, Annie lo siento mucho, yo no habría querido, no lo habría hecho, pensé que si lo hacía te dejaría en paz, pero luego Mags se enteró de que había duplicado las papeletas con tu nombre en la cosecha, de nada sirvió lo que hice, por eso Snow te miraba tanto en el desfile y es por mí que estas aquí, te falle Annie, te falle y tampoco pude protegerte.

Se tira a sus pies y vuelve a llorar, Annie no sabe en que momento le han salido lágrimas. Comienza a sentir rabia, el presidente Snow la ha puesto aquí para matarla en los Juegos, y si sobrevive, si lo lograra, apuesta a que haría su vida tan miserable como lo ha hecho con los demás. La esperanza en el distrito 4 es que si al menos llegas a ser vencedor tu vida es recompensada, que equivocados están, no hay bondad en ninguna parte.

-No me odies Annie, perdóname.

-¿Odiarte?- se sienta en el suelo delate de Finnick, le sostiene el rostro con las manos y le besa la frente- no podría odiarte y no tengo que perdonarte, no eres el culpable de nada, de nada. Finnick mírame, te amo, te amo demasiado, y quisiera que no hubieras tenido que vivir eso- entonces lo besa como si fuera la última vez, su primera y tal vez última vez. Quiere quedarse con el recuerdo de este momento, no importa lo corto sea, solo sabe que es suyo, y que esto nadie podrá quitárselo.

Se abrazan hasta que dejan de llorar, nadie llama a la puerta, y se está haciendo tarde, se acuestan juntos en la cama en silencio, disfrutando de sus mutuas presencias. Ni Snow, ni los Juegos podrán jamás arrebatar les eso.


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